(Londres, 21 de marzo de 1925-París, 2 de julio de 2022) fue un director de teatro, cine y ópera británico que vivió en Francia desde principios de los años 1970. Fue uno de los directores más influyentes del teatro contemporáneo con puestas en escena revolucionarias e innovadoras. Fue galardonado con múltiples premios: Tony, Emmy, Laurence Oliver, Praemium Imperiale, Prix Italia y el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2019.
Biografía
Nació en el barrio de Chiswick de la ciudad de Londres, hijo de judíos rusos emigrados al Reino Unido,
Su padre, Simon Brook, era un joven judío lituano, estudiante de Letras que también cursó ingeniería eléctrica, combatiendo en el ardor de la juventud contra el zarismo en las filas de los mencheviques. Fueron años de mucha turbulencia en el imperio ruso lo que luego acabaría en revolución y la constitución de la URSS. Simon Brook llegó a estar encarcelado por sus actividades políticas. Luego contrajo matrimonio con Ida Jansen, una doctora en ciencias, ambos viajaron a Londres al estallar la Gran Guerra con una sola libra en el bolsillo. La familia reorientó sus negocios hacia la industria farmacéutica, creando los Westminster Laboratories, lo que les reportó una buena posición económica.
Cursó estudios de primaria, primero en el prestigiosos colegio St. George, después en la Westminster School, en la Escuela Gresham (1939), así como en la Universidad de Oxford.5 Se inclinó muy pronto por el teatro. Hizo su debut como director en 1945, con apenas veinte años, en Birmingham Rep, después de ser descubierto por Barry Jackson. Estuvo casado con la actriz Natasha Parry, con quien tuvo dos hijos, el director Simon Brook y la actriz Irina Brook.
Trayectoria teatral
Sus primeros montajes teatrales fueron aceptados por el público. Entre 1947 y 1950 fue director de la Royal Opera House. Durante los cincuenta, trabajó en muchas producciones en Europa y Estados Unidos y en 1962 regresó a Stratford-upon-Avon para unirse a la recién establecida Royal Shakespeare Company (RSC). Durante los sesenta, dirigió una gran cantidad de producciones para esta compañía. En 1968 participó en el taller teatral de Jean-Louis Barrault. Eso le permitió, por primera vez, trabajar con actores de culturas diferentes a la suya, lo cual le impacto mucho. Jean-Louis Barrault lo invitó a formar parte del Teatro de las Naciones en París. Brook consideraba que el teatro es útil y necesario.
Traslado a París
En 1970 dio un giro radical en su vida y se mudó a París. Pensó que en el teatro, la investigación debía ser puesta a prueba constantemente en la representación y en la actuación. Sostuvo que el teatro debía poner a prueba la representación constantemente para revitalizarse todo el tiempo que quiera y necesite y en las condiciones que quiera y exija. Esto era algo que una compañía profesional no podía afrontar. Por eso, con Micheline Rozan decidió apartarse de la idea de compañía teatral para explorar el teatro a través de una nueva estructura. Para describir lo que pretendían, les pareció apropiado el término «centro».
Obtuvieron fondos de fundaciones internacionales, de la Fundación Ford y la Fundación Anderson de Estados Unidos, de la Fundación Gulbenkian de Europa y el Festival Shiraz de Irán. El espacio físico lo cedió el gobierno francés. Los actores y actrices provenían de todas partes del mundo. Con una serie de actividades superpuestas fundaron primero un centro de investigación y luego un centro de creación. Con este centro internacional, en el cual convergían las más diversas culturas, emprendió largas giras a países lejanos incluyendo India y Afganistán.
«A mí me parece que el hecho de fundar un grupo internacional nos da la oportunidad de descubrir de un modo enteramente novedoso la fuerza de las diferencias entre la gente y lo saludable que dichas diferencias son.»
En 1972 se fueron de gira por África con unas treinta personas. Estuvieron viajando durante tres meses realizando representaciones en diferentes poblados en Argelia, Nigeria, y lugares donde nunca habían visto un actor ambulante recorriendo el Sahara con un equipo de fotógrafos y filmadores.
Viajó con pequeños grupos, se interesó por la expresión teatral asiática, y luego atravesó África de lado a lado: un reflejo temprano está en su pieza Los ik, de 1975.
Este teatro experimental realizó improvisaciones. Viajaron por África, América y Francia actuando en poblados aislados en le medio del desierto o en poblados con mucha gente, para minorías raciales, niños y ancianos y personas con diversidad funcional. Querían producir cultura, conformar un grupo de experimentación que sirviera de fermento para otros grupos más amplios. Buscaban aquello que otorga vida a una forma de cultura, lo que está detrás de la cultura misma, para lo que consideraba que el actor necesitaba apartarse de los estereotipos de su propia cultura, trabajando al margen de los sistemas básicos de comunicación compartidos basados en palabras compartidas, códigos, hábitos culturales. Buscaban destruir los estereotipos para llegar a formas de expresión en las que el comportamiento del actor sea totalmente impredecible. No se trataba de una síntesis de los intercambios sino del contraste y la diversidad que conduce a la aparición de una creación completamente nueva, donde cada actor mantiene su identidad mientras se mezcla con otros y participa de una creación conjunta enteramente propia y nueva. Creatividad colectiva que, de ser sincera, podría ser percibida por cualquier espectador, una diversidad que sea espejo del público.
Sus mayores éxitos fueron sus originales escenificaciones de obras de Shakespeare —como Romeo, Lear, Timón de Atenas, El sueño de una noche de verano, Medida por medida, o La tempestad (ya en 1968, que rehízo en 1990)— o su experiencia con el Teatro de la Crueldad que culmina con su escenificación de Marat/Sade (1964) de Peter Weiss, o grandes puestas en escena personales, como El Mahabharata (1987).
Su trabajo incluyó, además, obras de Jarry, Chéjov (El jardin de los cerezos), Genet (El balcón) o Beckett (Días felices), creaciones a partir del neurólogo Oliver Sacks, piezas sencillas tomadas del mundo africano (que ha prodigado en los últimos años), óperas de Debussy (Pelleas) o de Bizet (La tragedia de Carmen, 1982).
El ideal expresado en su libro más antiguo y difundido, El espacio vacío, se fue plasmando de muy diversos modos, si bien en sus últimas piezas el despojamiento ha sido radical. Fue un creador que parte del teatro más elemental basado en gestos, decorados, movimientos, diálogos rápidos: Je me rapelle, Woza, Albert, El traje, Warum, warum (2008) y también en una pieza sobre Dostoyevski con mucho texto, El gran inquisidor.
Muchas de sus obras han podido verse en España y además él mismo se ocupó de filmar varias de sus representaciones, lo que le ha acercado al público. Así, con Marat/Sade La tragedia de Carmen, El Mahabharata.
Fue director del Centro Internacional para la Investigación Teatral en París. Sus representaciones se llevaron a cabo en un teatro quemado que él descubrió, al lado de la Estación de París Norte: Les Bouffes du Nord, donde desarrolló su tarea durante cuarenta años, no sin viajar al extranjero con su grupo de actores de las más diversas procedencias (africanos, japoneses, europeos).
Comentario
Peter Brook, uno de los directores de teatro más innovadores del mundo, que perfeccionó el arte de poner en escena poderosos dramas en lugares inusuales, falleció a los 97 años, informó el domingo su representante.
El director británico montó producciones que iban desde versiones desafiantes de Shakespeare a ópera internacional y poemas épicos hindúes. Brook representó obras en gimnasios, fábricas abandonadas, canteras, escuelas y antiguas fábricas de producción de gas en ciudades de todo el mundo. Peter Brook, director inglés:
“Hoy, en un mundo de conflictos, escuchar es más importante que nunca”
Su producción de 1970 en Stratford de El sueño de una noche de verano de Shakespeare, representada toda de blanco y con un enorme columpio con guirnaldas, le aseguró un lugar en los anales de la historia del teatro. Según Le Monde, Brook, afincado en Francia desde 1974, falleció el sábado en París. Un comunicado de su representante confirmó la muerte el domingo.
Aunque Brook era considerado con admiración en los círculos teatrales, era menos conocido entre el público en general debido a su negativa a someterse al gusto comercial. A menudo rechazaba los edificios teatrales tradicionales en favor del espacio vacío, “por la posibilidad de transformarlo mediante la luz, las palabras, la improvisación y el puro poder de la actuación y la sugestión”.
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Su búsqueda de inspiración le llevó a lugares tan lejanos como África e Irán, y produjo una variedad de obras de teatro originales e improvisadas, marcadas por su ojo para el detalle y su enfoque desafiante.
Nacido en Londres el 21 de marzo de 1925, su padre era director de una empresa y su madre, científica. Dejó la escuela a los 16 años para trabajar en un estudio de cine y luego se fue a la Universidad de Oxford y se licenció en inglés y lenguas extranjeras. En 1970 se trasladó desde Reino Unido para trabajar en París, donde fundó el Centro Internacional de análisis Teatral, que reunía a actores y diseñadores de diversas nacionalidades. Brook siguió trabajando hasta los 90 años. “Toda forma de teatro tiene algo en común con una visita al médico. Al salir, uno siempre debe sentirse mejor que al entrar”, escribió en su libro de 2017 “Tip of the Tongue”
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