Lavandería Brillante.
Lavandería Brillante es un departamento de lavandería industrial que fue propiedad de Gustavo Fring . El acopio organizado, el lavado y la entrega oportuna de la vajilla de servicio textil son esenciales para el funcionamiento de la institución. Este departamento es únicamente un encubrimiento del superlaboratorio de Gus ubicado debajo de la lavandería. Muchos trabajadores hispanos fueron empleados allí para hacer gran parte del lavado en las instalaciones, pero también hizo que el departamento pareciera más relevante para el encubrimiento. Hank Schrader finalmente sospecha que la lavandería era un encubrimiento de la operación de metanfetamina de Gus (" Crawl Space ") , y envía a Steven Gomez a investigar las instalaciones, pero fue en vano. Después de la muerte de Gus y la destrucción del superlaboratorio por parte de Walter White y Jesse Pinkman , las sospechas de Hank eran correctas. Dennis Markowski , el Gerente de Lavandería Industrial, fue arrestado después de estar vinculado al Imperio de las Drogas de Gus . Historia Better Call Saul Temporada 3 Gus busca en la lavandería cuando está a la venta y cuando termina le dice a Lydia Rodatre Quayle que estaría bien. (" Fuera de marca ") Temporada 4 Un ingeniero estructural se encuentra en la lavandería donde realiza mediciones de los interiores para la excavación del nuevo sótano. (" Todo un paseo ") Mike transporta a Werner y a otro trabajador aquí en una furgoneta y, cuando llegan, pasan detrás de una partición de láminas de plástico que conduce al sótano secreto. (" Algo estúpido ") Werner y Kai colocan cargas explosivas en la roca que oculta su construcción dentro de la excavación debajo de la lavandería. Sin embargo, dentro de la lavandería, Mike y los trabajadores notan que uno de los circuitos que se conectan al detonador está defectuoso. Werner se ofrece como voluntario para volver a las excavaciones y verificar los problemas, pero sufre un ataque de ansiedad una vez que ingresa. Después de decirse a sí mismo que debe arreglarlo, Werner rastrea la falla del cableado y la arregla. Después de regresar a la superficie, el grupo arma el detonador mientras Tyrus conduce un camión grande fuera de la lavandería. Se coordinan para que el camión golpee la plancha de hierro de la calle justo cuando se detonan las cargas. Los trabajadores aplauden la detonación, pero Mike y Werner permanecen en silencio.(" Wiedersehen ") Breaking Bad Temporada 3 La lavandería industrial se vio por primera vez cuando Victor recibió una llamada de Mike Ehrmantraut advirtiendo a Gus sobre la situación cercana a la muerte de Walt con The Cousins . (" Caballo Sin Nombre ") Más tarde se presentó por completo después de que Gus llevara a Walt al lugar para mostrarle el superlaboratorio. (" Más ") El superlaboratorio se encuentra debajo de la lavandería y se oculta a través de una gran lavadora. La instalación incluye un gran sistema de filtración de última generación que convierte el olor de la metanfetamina en oxígeno limpio. Temporada 4 Mientras Walt lleva a Hank a dar un paseo, le pide que lo lleve a la lavandería. Walt es tomado por sorpresa y, en pánico total, pasa por delante de la entrada causando deliberadamente un accidente al conducir hacia el tráfico para evitar que Hank vea la ropa sucia. (" Espacio de rastreo ") Steve Gomez y otro agente de la DEA vienen a investigar la lavandería. Al principio , Dennis Markowski se niega a dejarlos entrar. Cuando Gómez convence a Dennis para que le permita ver las instalaciones, Dennis accede nerviosamente y Gómez saca a un perro antidrogas para que olfatee el lugar. (" Tiempos finales ") Después de la muerte de Gus, Walt y Jesse destruyen el laboratorio de metanfetamina derramando químicos inflamables, solventes y el equipo de laboratorio en el piso y desactivando el sistema de rociadores, luego crean una chispa colocando un temporizador de luces navideñas en un cable deshilachado antes de escapar rápidamente del laboratorio. . Cuando salen del sótano de la lavandería, se limpian las huellas dactilares de la maquinaria y Jesse activa la alarma contra incendios y Walt grita "vamanos" a los trabajadores de la lavandería mientras huyen y el laboratorio explota. (" Enfrentarse ") Temporada 5 Hank y Steve Gomez exploran el superlaboratorio quemado después de la muerte de Gus, en estado de shock porque el fuego destruyó todas las pruebas. Hank nota la cámara de seguridad. (" Live Free or Die ") Dennis Markowski, quien era el gerente de la lavandería, había sido arrestado por su participación en el origen de Gus Fring . (" Hazard Pay ") Se desconoce qué será de la lavandería a continuación. |
Cuaderno de Gale Boetticher.
When I Heard the Learn’d Astronomer (Cuando escuché al astronomo erudito)
Cuando escuché al astrónomo erudito;
Cuando las pruebas, las figuras, se listaron en columnas ante mi;
Cuando me mostraron cartas y diagramas, para sumarlos, dividirlos y medirlos;
Cuando sentado escuchaba al astrónomo dando su clase con muchos aplausos en el salón,
Cuan inexplicablemente pronto me sentí cansado y enfermo;
Hasta levantarme y escabullirme a vagar por mi cuenta
En el aire místico y humedo nocturno, y de vez en vez,
Observaba en perfecto silencio a las estrellas.
When I Heard the Learn’d Astronomer
When I heard the learn’d astronomer;
When the proofs, the figures, were ranged in columns before me;
When I was shown the charts and the diagrams, to add, divide, and measure them;
When I, sitting, heard the astronomer, where he lectured with much applause in the lecture-room,
How soon, unaccountable, I became tired and sick;
Till rising and gliding out, I wander’d off by myself,
In the mystical moist night-air, and from time to time,
Look’d up in perfect silence at the stars.
Walt Whitman. Leaves of grass (hojas de hierba), 1865.
El cuaderno de notas de Gale Boetticher en Breaking Bad: tiene anotadas fórmulas químicas, recetas de galletas integrales, las 10 mejores bicicletas estáticas, consejos para hacer abono casero, poemas de Walt Witman… y probablemente tendrá los secretos de la máquina que hacía aquel delicioso café. Un descubrimiento que cambiará todo en Breaking Bad. AGOSTO 12, 2013 El estreno de la segunda parte de la quinta temporada de la serie nos dejó con Walt diciéndole al mundo que él es solo el dueño de un lavado de autos y jurando que no es «Heisenberg», todo por un libro y una productiva ida al baño. Recordemos que Hank, cuñado de Walt, quería ir al baño y, como la mayoría, quería leer algo ligero por lo que se topa con el libro «Leaves of grass» de Walt que tenía una inscripción que decía de «G.B» para mi «favorito W.W». Hank recuerda que había leído en la copia que tenía Gale Boetticher una nota con las iniciales W.W. y se da cuenta de que Heisenberg es Walt. Hank sale del baño diciendo que tiene que volver a casa debido a un dolor de estómago, mientras regresa a su casa manejando sufre un ataque de pánico y termina chocándose, por lo que utiliza el accidente de excusa para pedir permiso en la oficina de la DEA en Albuquerque donde trabaja. Hank aprovecha la llamada para pedir todos los documentos del caso de Fring para comparar la letra de Gale con la del libro de Walt. En tanto, Jesse tiene con serios problemas emocionales, similares a los que sufrió con la pérdida de Jane, intenta donar su dinero a la familia Sharp utilizando a Saul Goodman, lo que hace que Walt se aparezca en la puerta de su casa. Walt niega haber matado a Mike y trata de confortar a Jesse. El cáncer de Walt ha vuelto, por lo que se somete a una nueva quimioterapia. Al llegar a casa se da cuenta de que su copia de Leaves of grass no está. Empieza a pensar y da con la repentina salida de Hank de la casa, por lo que revisa su auto y encuentra que un dispositivo GPS. Lo están siguiendo. Y estos son los cinco minutos más intensos del mundo por el dramatismo. Walt confronta a Hank y él le dice que ha descubierto que la identidad de Heisenberg. Walt al inicio lo niega todo y le asegura que solo es el dueño de un lavado de autos. Luego la figura cambia pues le dice que llevarlo a juicio sería una pérdida de tiempo pues le quedan pocos meses de vida. «Ni siquiera te conozco», le dice Hank, a lo que Heisenberg le advierte: «Si es cierto y dices que no me conoces, tal vez lo mejor que puedes hacer es andarte con cuidado». ¿Qué se viene? El próximo capítulo de Breaking Bad se titula «Buried» y Walt hará todo lo posible para cubrir sus huellas y no ser alcanzado. Jesse seguirá siendo carcomido por la culpa y el pasado de Skyler la alcanzará. ¡No se pierdan Breaking Bad! «¡Oh, Capitán, mi Capitán!». Estas fueron las palabras con las que muchos descubrimos a Walt Whitman. No lo hicimos en la biblioteca del barrio, leyendo alguna copia de Hojas de hierba, no. Las escuchamos con la voz doblada de Robin Williams en El club de los poetas muertos. Ese profesor Keating nos agarraba en plena adolescencia como agarraba a los adolescentes Ethan Hawke o Robert Sean Leonard y nos sacudía a todos con la poesía de Whitman. Nos daba igual que no supiéramos que se trataba del más grande poeta de los Estados Unidos ni de que el poema en cuestión estuviese dedicado a Abraham Lincoln, ni siquiera que no terminásemos de entender del todo lo que significaban esas palabras. Porque estaban allí, al otro lado de la pantalla, para empujarnos al otro lado de la niñez: ¡Oh, Capitán, mi Capitán! Nuestro azaroso viaje ha terminado; El barco capeó los temporales, el premio que buscamos se ha ganado; Cerca está el puerto, ya oigo las campanas, todo el mundo se muestra alborozado, la firme quilla siguen con sus ojos, el adusto velero tan audaz. ¿Quién demonios sería ese capitán? ¿Cuál era el premio? ¿A santo de qué venia el velero? No teníamos ni idea y nos daba igual. Sabíamos que allí había cariño y admiración. Whitman se lo había escrito a Lincoln y nosotros conocíamos a alguien que era como Lincoln, alguien a quien queríamos y admirábamos. Nos gustaría escribirle un poema o, al menos, que supiese lo que sentíamos. En el fondo, queríamos creer que el tiempo nos iba a convertir en ese capitán. Veinticinco años más tarde, una generación de nativos digitales más tarde, Walt Whitman volvía a aparecer en un producto audiovisual alejado de las bibliotecas. Fue en el sexto episodio de la tercera temporada de Breaking Bad, y seguramente ya no se escucharía con voz doblada sino con subtítulos en español: «When I heard the learn’d astronomer». Cuando escuché al docto astrónomo. Cuando escuché al docto astrónomo; cuando las pruebas, las figuras, se alinearon frente a mí; cuando me mostraron los mapas celestes y las tablas para sumar; dividir y medir; cuando, sentado, escuché al astrónomo hablar con gran éxito en el salón de conferencias, de repente, sin motivo, me sentí cansado y enfermo; hasta que me levanté y me deslicé hacia la salida, para caminar solo, en el mismo aire húmedo de la noche, y de cuando en cuando, mirar en silencio perfecto a las estrellas. El poema lo recita Gale Boetticher en un momento de entusiasmo en el laboratorio. Un químico titulado que no disfruta con los canales convencionales; ni con la enseñanza ni con el trabajo farmacéutico. Hay demasiados corsés, demasiadas formalidades y, para él, la química debería respirar, debería experimentarse en sus términos más intrínsecos; los de la combinación, la composición y la aleación. Los de la explosión y el producto casi mágico. «I love the lab, because it’s all still magic». El laboratorio es magia. Y allí ha conocido a Walter White. A él es a quien le recita el poema de Whitman. Él es el docto astrónomo. Él es el capitán. Como afirma la profesora Kera Bolonik en Poetry Foundation, Walt Whitman, que llegó a abogar por la prohibición de bebidas alcohólicas, seguramente se sentiría horrorizado al saber que su figura, de alguna manera, iba a inspirar una serie de televisión sobre un capo de la metanfetamina. Sobre un asesino sin miramientos ni escrúpulos. Ni siquiera aunque el paralelismo solo se limitase al nombre. ¿Pero son esas iniciales W.W. el único paralelismo entre el personaje interpretado por Bryan Cranston y el poeta decimonónico? Vince Gilligan tenía claro, desde el momento en que comenzó a escribir su serie, que la referencia de White a Whitman era evidente. Sin embargo, él mismo afirmaría después que no tenía planeado que el poeta, sobre todo mediante una copia de Hojas de hierba que sirve de detonador de la trama, tuviese un rol tan trascendente. No, Breaking Bad no es una adaptación del poemario de Whitman como Apocalypse Now lo es de El corazón de las tinieblas de Conrad, y tampoco se puede leer como una revisitación de la Odisea de Homero a imagen de lo que hicieron los hermanos Coen en O, Brother! Pero la obra de Gilligan comparte un eje emocional común con Whitman. Un armazón sobre el que pivota el camino corrupto de Walter White: la ambición del castrado. Los castrati eran los reyes del mambo de la ópera barroca. Eran superestrellas y cantaban lo que querían, enfrentándose sin titubeos a compositores, directores y hasta a reyes si era necesario. La maquinaria musical más importante de la primera mitad del XVIII giraba en torno a ellos. Así, salvo en la parte exclusivamente biológica, el castrato era todo lo contrario a un hombre castrado. Era un hombre famoso y de éxito. Era un enorme ego con la voz de un niño. Porque la ambición del castrado reside precisamente en el ego, en el reconocimiento como estadio último de la masculinidad. Walter White comienza siendo el epítome del hombre castrado: infeliz en dos trabajos de mierda, ninguneado sistemáticamente por su familia y diagnosticado con un cáncer incurable de pulmón. White es un hombre que no existe. Cinco temporadas después, en medio del desierto, dice: «Say my name». Lo que empezó como una manera de recuperar la autoestima, como una manera de volver a existir, terminaba convertido en una demostración de poder a través del reconocimiento. White era famoso, era el rey de la droga de Nuevo México. Todos sabían quién era, todos sabían cómo se llamaba. Y todos sabían que su verdadero nombre, su nombre de hombre, era Heisenberg. Había renunciado a su nombre de castrado, a esas iniciales W.W. que le emparentaban con Walt Whitman pero que, curiosamente, fueron la jeringa por donde recibió su primera dosis de ego dos temporadas antes, cuando Boetticher le recitó el poema. El docto astrónomo, hinchado de éxito, perdía a Whitman para parecerse aún más al poeta. Porque Walt Whitman no quería ser poeta, quería ser famoso; porque estaba harto de ser un castrado. No se trataba únicamente de esa homosexualidad reprimida por su educación cuáquera y la sociedad pospuritana del XIX, es que estaba hasta las narices de trabajar en empleos de mierda desde los once años. Fue ayudante de imprenta, fue tipista, fue editor a tiempo parcial, escritor a ratos, periodista de poca monta y profesor cuando necesitaba el dinero. Ninguno de esos puestos le satisfacía. En 1850, a los treinta y un años, decidió dejar de «competir por las recompensas habituales» y convertirse en poeta. En 1855 editó y prácticamente autopublicó la primera edición de Hojas de hierba. El nombre era un guiño: «hojas» se refería a las hojas de papel de baja calidad donde se imprimían los trabajos de menos enjundia; a esos trabajos, el mundo editorial los llamaba «hierba». El 26 de Marzo de 1892, a los setenta y dos años de edad, Walt Whitman moría de un fallo pulmonar masivo. Durante todo ese tiempo, el poeta había ido corrigiendo y ampliando su obra maestra en sucesivas ediciones, cada una con mayor éxito que la anterior. Más de mil personas en menos de tres horas visitaron el féretro expuesto en su casa de Camden, Nueva Jersey. El ataúd era apenas visible debajo de los cientos de ramos y coronas de flores que se enviaron desde todos los rincones del país. Cuatro días después fue enterrado en el cementerio de Harleigh en una ceremonia multitudinaria. Centenares de personas fueron a decir adiós al hombre más importante de la poesía estadounidense. Fueron a despedir a un monumento. Heisenberg murió por culpa de Walt Whitman. Precisamente por la copia de Hojas de hierba que Boetticher le dedicaría «A su otro W.W. favorito» y que, tras caer en manos de la DEA (es decir, de su cuñado Hank), precipitaría la caída definitiva del rey de Albuquerque. Walter White moriría unos meses después, solo, tendido en el suelo de un laboratorio de metanfetamina. Dentro de la pantalla, tan solo un puñado de agentes federales vería su cadáver. Fuera de ella, más de diez millones de personas se despidieron en directo de un monumento impreso en la historia de la televisión. La vida de Walter White era un fracaso hasta que Heisenberg la convirtió en una aventura. La vida de Walt Whitman era un fracaso hasta que se convirtió en una aventura, a veces a su pesar, a veces motu proprio, como cuando ejerció de enfermero voluntario en la guerra de Secesión. Vida y aventuras de Jack Engle es la novela perdida de Whitman, escrita en 1852 y encontrada ciento sesenta y cinco años después. |
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