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El teatro.

domingo, 7 de julio de 2019

Culto del agua entre los Araucanos.-a

Carla Nicol Vargas Berrios
Ngenechén 

(mapudungun: ngünechen) —también conocido como Nenechén, Ngünechén, Nguenúechén, Guenechén, Guinechén, Guinechena, Guienapun o Huenechen— es uno de los seres espirituales Ngen más importantes dentro de la religión tradicional y las creencias del pueblo mapuche actual.

Los mapuches distinguen a Ngünechen como el "gobernador de los mapuches" o el equivalente actual de "Dios de los mapuches". Es el "Ser Supremo" de la religión mapuche, y/o sinónimo de Dios para la mayor parte de los mapuches actuales. A Ngünechen se le compara, concibe y/o se le asocia a Yahveh o Dios, siendo símbolo importante del equilibrio y el bienestar espiritual.
Sin embargo, esta concepción es cierta solo hasta cierto punto, pues al consultar los estudios antropológicos realizados por varios autores, se puede observar que actualmente el concepto de Ngünechen ha sufrido una modificación gradual respecto al uso y significado dados originalmente, pues Ngünechen, en su definición más pura y antigua, no era considerado un dios omnisciente u omnipotente.

Originalmente, el pueblo mapuche en su conjunto era politeísta y reconocía un principio organizacional cuatripartito representado por una familia de dioses espíritus compuesta por un hombre viejo (füta chachai), mujer vieja (ñuke papai), hombre joven (weche wentru) y mujer joven (ülcha domo). Este principio cuatripartito “constituye la base para la deidad mapuche Ngünechen”.​ Según el historiador mapuche Antonio Painecura, “Ngünechen es dual, epu, hombre y mujer (…) El hombre viejo y la mujer vieja concentran la sabiduría y la experiencia porque aun son capaces de dar hijos a través del hombre joven y la mujer joven. Estas cuatro personas son las que crean nuestro mundo, y todos los mapuches son creados a partir de estas cuatro personas (…)”.​ Domingo Curaqueo añade: “Ngünechen no debe ser entendido como un dios único, ya que dicha traducción fue hecha por los jesuitas para enseñar la religión y explicar la existencia de un dios único universal”.
A partir del siglo XIX, después de la conquista española y las evangelizaciones, los mapuches empezaron a tener la idea de un Dios superior que vivía en el cielo y dominaba la tierra, que era superior a todos los demás dioses, pero aun así este concepto continuó teniendo una fuerte raíz étnica. La influencia de estructuras cristianas y coloniales cambió en parte las nociones mapuches de divinidad. La imagen de Ngünechen combinó varios símbolos coloniales masculinos de autoridad con la naturaleza y los espíritus ancestrales de los mapuches, convirtiendo a Ngünechen en el patrón, dominador y el gobernante de la tierra y sus habitantes, la combinación del poder de todos los espíritus dominantes de la naturaleza (ngen) y los espíritus ancestrales que moran en el cielo (wenu püllüam). Este proceso de sincretismo unificó y fusionó a Ngünechen con otras deidades, principalmente con Ngenchen (dueño de los mapuche), Elchen (creador del mapuche), y Elmapun (creador del mundo mapuche), Ngenmapun y Ngûnemapun, asimismo con sus símiles del mundo espiritual.

Noggler (1980), hablando de la acomodación de los capuchinos bávaros a la realidad araucana, señala: “eminentes misioneros “enseñaban al pueblo mapuche que el Padre celestial de los cristianos era idéntico con el Ngünechen”, que el relato bíblico del diluvio correspondía al tren-tren mapuche y, el sacrificio del Ngillatun a los sacrificios de Israel en el Antiguo Testamento”.​ Cooper se refirió a Ngünechen como a la divinidad creadora de la naturaleza y del hombre. Guevara (1908), Latcham (1924), MCtraux (1973) y Dowling (1973) vieron en este rasgo una clara influencia de la evangelización. Faron (1964), por su parte, constató “la posición apical de Ngünechen en el panteón”; a igual conclusión llegó Grebe (1971). No obstante, estos dos últimos autores consideran que dicha creencia es “inconsistente con gran parte de las creencias mapuches”.
 Según Alonqueo (1979), “para el mapuche no hay más que un solo Dios Soberano Creador, aunque nombre varias personas en Dios: Fücha, Kuche, Weche Wentru e Ilcha domo; así como los cristianos creen en la Trinidad, sin ser por ello politeistas... (nosotros invocamos) a Dios bajo las cuatro personas y el Fileu es el Espíritu de Poder y Sabiduría de Dios”
Por lo tanto, la posición máxima o única que actualmente ostenta Ngünechen en el panteón mapuche sería el resultado de la influencia cristiana, una especie de dios único dado a los mapuches para cristianizarlos, pero que aún conserva parte de las ideas politeístas de la religión mapuche original. Aunque "Ngünechen" y "Chau Dios" se asimilan al Dios Cristiano, siguen subsistiendo los cuatro integrantes de "Ngünechen" (Señor, Señora, Joven y Jovencita). Solo se incorporan los elementos cristianos que se pueden asociar con elementos mapuches o que no contradicen su estructura religiosa básica.

En el nguillatún, las(os) machis-sacedotes oran primordialmente a Ngünechen y siguen manteniendo con él la misma relación de reciprocidad que mantenían con los antiguos espíritus ancestrales o "Pillanes". "Ngünechen" no tiene las mismas acepciones de moralidad y santidad del Dios cristiano. No existe la necesidad unilateral del hombre mapuche hacia su dios: Ngünechen necesita tanto del hombre mapuche como ellos de él. Si los mapuches no retribuyen con ofrendas, sacrificios animales y propiciaciones, Ngünechen los castigará con sequías, escasez y pobreza. La mayoría de los mapuches cree que Ngünechen los castigará si se graba o filma un nguillatún. No se ostenta riqueza con joyas de plata, porque se cree que Ngünechen castigará con heladas y desgracia. Se dan cuatro series de cuatro vueltas porque “tienen que ser cuatro como en Ngünechen: cuatro partes para ser completo”,  y se vierte chicha en el suelo como ofrecimiento a Ngünechen para aumentar la fertilidad de la tierra.

Mantención del orden establecido

Chau Ngünechen se comunicaba a través de los sueños que implantaba en los o las machis, a los cuales por ejemplo, les comunica como se debe mantener el orden vigente, y las costumbres propias de la etnia mapuche.

Incluso el Chau Ngünechen puede indicar directamente al mapuche por medio del sueño que debe ser machi (en mapudungún: Eimi machingeaimi, ‘tú serás machi’)?.Si este no acepta de inmediato, se dice que el Chau Ngünechen hace que esta persona se enferme gravemente, como con una incurable deformidad en pie u otra dolencia, con lo cual, irremediablemente, deberá aceptar ser curado por un(a) machi con la condición de convertirse en uno de ellos.

Leyenda

Según la tradición, el espíritu Ngenechén es quien llevó a los primeros ancestros humanos de los mapuches al lugar que hoy habitan, y es él quien está a cargo de dar guía y velar por el bienestar de todo el pueblo mapuche; del mismo modo que siguen haciéndolo los antepasados pillanes, en cada una de sus familias descendientes respectivamente. Es por esta razón que en el Mapu (Tierra), el espíritu Ngenechén es el encargado de dirigir los destinos humanos hacia el buen camino, y es quien los protege, ya que es el encargado de que el pueblo mapuche siga las leyes y tradiciones del Admapu, y por ello también es quién castiga al ser humano si no respeta lo dicho en el Admapu. Así trata de mantener en equilibrio al mundo, contra las fuerzas negativas o wekufe del desequilibrio.

Sin embargo, hay que mencionar que antes de la llegada del español, en el mundo mapuche no existía la figura "wekufe" o de maldad, sino más bien todo dependía del equilibrio de fuerzas positivas y negativas, pero no maléficas como el demonio del cristianismo.

Dios de Aguas
Carla Nicol Vargas Berrios
Desde los tiempos anteriores a la conquista, los indios de América rendían culto al agua, la consideraban como elemento fecundante de la tierra, y la representaban por una cruz griega, es decir de cuatro líneas iguales, cuyo emblema se observa en los monumentos de esa época. 
El agua en la mitología araucana nos cuenta que los indios araucanos contaban con un señor de las aguas, el Gencovunco, mitos que ellos consideraban como productor de las aguas minerales y de sus beneficios; otro de los mitos era el Tren-Tren, cima de los cerros inaccesibles a las aguas del diluvio universal. Tren-Tren encarnaba la tradición del diluvio. La tradición dice, que una serpiente de nombre Tren-Tren avisó a los mapuches que otra serpiente, Caicaivila, tramaba la exterminación del género humano, levantando el mar. Entonces parte de los antepasados ascendió a la cumbre del cerro y Tren-Tren hizo subirlo a medida que se elevaban las aguas. De esta manera se salvaron los refugiados, y los que no pudieron llegar a la cumbre fueron convertidos en peces.

Dios Meulén
Carla Nicol Vargas Berrios





Eran estos mismos indios los que invocaban al dios Meulén, señor de los torbellinos, antes de entrar al río y le hacían diversos regalos, los cuales eran arrojados sobre la superficie del agua, siendo motivo de alegría y suerte si sobrenadaba el regalo, y presagio de desgracias si se iba al fondo.
Carla Nicol Vargas Berrios
Pertenecen también a la mitología araucana relacionados con el agua, el Nirivilu, reptil con cabeza de zorro que vive en el agua y envuelve a las personas en su enorme cola para mantenerlas retenidas en el fondo del rio; el Camahueto, monstruo de que se sirven las brujas en su trayecto hacia el buque fantasma, llamado Caleuche un buque que tiene la propiedad de convertirse en un tronco, en una roca o en otro objeto cualquiera, y sus tripulantes en lobos marinos o en aves acuáticas; la Serena (Sirena) que no solo habita en el mar, sino también en las lagunas y pozos, donde se le ha visto peinar su dorada y abundosa cabellera; la Pincoya es una especie de hada del mar.
En la mitología mapuche, los pozos y fuentes tenían sus cuidadores y conservadores en forma de sapos, las olas y el bramar del mar eran causados por el dueño del mar, el Ñull-Ñull o Chungungo, en los lagos reinaba como un Neptuno araucano el Shompalhue, que de vez en cuando se robaba una niña mapuche para hacerla su mujer, indemnizando a los parientes de ella con una buena partida de peces, que empujaba a la orilla.
Con toda esta mitología existente en nuestros antepasados, podemos intentar entender lo importante que era el agua para ellos, sin ella simplemente no podían siquiera vivir.
Y es eso lo que nos une a ellos, hoy queremos ser escuchados, queremos que se den cuenta de la importancia que tiene el agua para muchos de nosotros, el oro blanco para la humanidad. Queremos luchar para que sea cuidada, respetada y así no perderla. Desde las grandes mineras hasta el niño que juega en la orilla de un riachuelo. El agua es todo, es vida.
Nuestra gran poetisa Gabriela Mistral lo dice en unos de sus poemas “Aunque para los más sea poco el dar agua porque valoricen sólo el dar alimento, la verdad es que la siesta, en la ruta polvorosa y el sol vertical, llevar el agua a una boca cuesta tanto como servir una comida “de mantel largo”, ya que la sed es peor que el hambre”.

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