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El teatro.

lunes, 5 de marzo de 2018

Alejandro Sieveking Campano.-a

Alejandro Sieveking Campano
Carla Nicol Vargas berrios


Alejandro Sieveking nació el 5 de septiembre de 1934 en Rengo, Sexta Región. Además de desempeñarse como actor, ha desarrollado un prolífico trabajo como dramaturgo, con más de cuarenta obras de su autoría. Su producción dramatúrgica comenzó en la década del cincuenta, en el marco de los teatros universitarios, razón por la cual los críticos lo incluyen en la misma generación que a los dramaturgos Jorge Díaz, Egon Wolff, Luis Alberto Heiremans, Isidora Aguirre y Sergio Vodanovic.

Luego de participar en el Primer Festival de Aficionados de 1955, en el Teatro Antonio Varas, con la obra Encuentro con las sombras, Alejandro Sieveking abandonó la carrera de Arquitectura que cursaba y entró, en 1956, a la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, que funcionaba al alero del Teatro Experimental. Durante sus primeros años de estudiante trabajó junto a compañeros de curso, como Raúl Rivera y Franklin Caicedo. En su segundo año, Rivera dirigió para el festival de estudiantes la obra de Sieveking Mi hermano Cristián, la que ha sido descrita como "la primera obra que concertó todos los aspectos importantes del neorrealismo sicológico chileno" (Castedo-Ellerman, Elena. El teatro chileno de mediados del siglo XX, p. 70). En sus tiempos de estudiante también escribió Una plaza sin pájaros (1955), El paraíso semiperdido (1957), Fin de febrero (1958) y Cuando no está la pared (1958).

En la Escuela de Teatro, Sieveking conoció a Víctor Jara, con quien entabló una amistad y una prolífica relación de trabajo que lo llevó a indagar en las estéticas folklóricas. Jara dirigió varias obras escritas por Sieveking, todas las cuales alcanzaron connotación internacional: Parecido a la felicidad, Ánimas de día claro y La remolienda -la que se ha convertido en un clásico con innumerables montajes-, además de la obra para niños Honorato el caballo de circo. Además, Jara también fue asistente de dirección de Agustín Siré en la obra La madre de los conejos. Bajo la dirección de Jara, la escritura de Sieveking fue exitosa dentro y fuera del país, y adquirió un renombre que continuó creciendo luego de la ruptura profesional entre ellos. Durante la temporada de 1962, por ejemplo, dos de sus obras se presentaron simultáneamente: Dionisio en el teatro de la Universidad Católica y la reposición de Ánimas de día claro, con un elenco profesional, en el teatro Antonio Varas de la Universidad de Chile.
En los años siguientes Alejandro Sieveking escribió: Tres tristes tigres, El Cheruve, Peligro a 50 metros (escrita en colaboración con José Pineda), Una vaca mirando el piano, Las apariencias, Todo se fue, se va, se irá al diablo, La mantis religiosa, Manuel Leonidas Donaire y las cinco mujeres que lloraban por él, Cama de batalla y La virgen del puño cerrado -la que fue censurada y tuvo que estrenarse, en 1974, bajo el nombre de La virgen de la manita cerrada-, entre varias otras, algunas de las cuales ni siquiera llegaron a las tablas.
Un año después del golpe de Estado, debido al clima hostil en que vivía el país y las trabas para ejercer el teatro -además del duro golpe emocional que le significó el brutal asesinato de su amigo Víctor Jara en el Estadio Nacional- Sieveking se autoexilió junto a Bélgica Castro, la actriz que se convirtió en su esposa en 1962, en Costa Rica. La primera obra que escribió y estrenó en ese país fue Pequeños animales abatidos, que ganó el Premio Casa de las Américas de Cuba.
Una vez que regresó a Chile en 1984, tuvo la oportunidad de retomar la escritura de guiones para la televisión. Además, escribió varias obras: La comadre Lola, Directo al corazón, Ingenuas Palomas, El señor de los pasajes y, en 2005, La fiesta terminó. Además, amplió su registro escritural y publicó dos novelas, La señorita Kitty (1994) y Bella cosa mortal (2007).
La escritura de Alejandro Sieveking hace converger varias aristas del teatro de los años cincuenta, con las cuales logró crear una continuidad y a la vez actualizar la producción de las décadas anteriores. Esto lo ha hecho merecedor de varios premios y reconocimientos. Miembro de la Academia de Bellas Artes del Instituto de Chile, en los últimos años Sieveking ha incursionado también en el cine como actor, destacándose por su interpretación en los filmes La vida me mata (2007) y Gatos viejos (2010). Además, su interés por la plástica ha dado fruto a una serie de collages, que ha exhibido en variadas ocasiones.

El viernes 25 de agosto de 2017, por su vasta trayectoria, le fue otorgado el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales 2017.

Obras 

  • Encuentro con las sombras, estrenada en 1955: Grupo de Arquitectura, Teatro Antonio Varas; gana el concurso de Teatro Aficionado 1955
  • Una plaza sin pájaros, escrita en 1955
  • El paraíso semiperdido, escrita en 1957 y estrenada al año siguiente: Grupo Los Feriantes, Teatro Talía
  • La lección de la luna, escrita en 1957
  • Mi hermano Cristián, escrita y estrenada en 1957, en el festival de los estudiantes de la Escuela de Teatro:7​ 2º año de la Escuela de Teatro del ITUCII; Teatro Talía; dir.: Raúl Rivera
  • El fin de febrero, escrita y estrenada en 1958: 1.er año de la Escuela de Teatro, Teatro Lexen 1958
  • Cuando no está la pared, escrita y estrenada en 1958: 3.er año de la Escuela de Teatro, Teatro Lex
  • La abuelita encantada, escrita en 1958
  • La coronación de Pierrot, escrita en 1958
  • Parecido a la felicidad, estrenada el 12 de septiembre de 1959: 4º año de la Escuela de Teatro. Teatro Lex; dir.: Víctor Jara
  • Ánimas de día claro, escrita en 1959 y estrenada en diciembre de 1961 en la Sala Camilo Henríquez del teatro de la Universidad Católica; dir.: Víctor Jara;
  • Honorato, el caballo del circo, 1959, dir.: Víctor Jara
  • La madre de los conejos, escrita en 1959 y estrenada en 1961: Instituto del Teatro, Teatro Antonio Varas; dir.: Agustín Siré con Víctor Jara como asistente
  • La cama en el medio de la pieza, escrita en 1961
  • La gran batalla del living, escrita en 1961
  • Dionisio (2 actos), estrenada en 1962: Teatro de Ensayo en el Teatro Camilo Henríquez
  • Los hermanastros I y Los hermanastros II, escritas en 1963
  • La remolienda, estrenada el 8 de octubre de 1965 en el Teatro Antonio Varas para la XXV temporada Oficial del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile; dir.: Víctor Jara;
  • Piel de asno, estrenada en 1964
  • Manuel Leonidas Donaire y las cinco mujeres que lloraban por él, estrenada en 1964;
  • Tres tristes tigres, estrenada el 30 de junio de 1967: grupo El Cabildo, Teatro Talía; dir.: Nelson Villagra; descargable desde el portal Memoria Chilena
  • El Cheruve
  • Peligro a 50 metros, escrita en colaboración con José Pineda
  • Todo se irá, se fue, se va al diablo, estrenada en 1968
  • Una vaca mirando el piano, estrenada en 1968
  • Las apariencias
  • La mantis religiosa, estrenada en 1971
  • La virgen del puño cerrado, escrita en 1973 y estrenada al año siguiente con el título de La virgen de la manita cerrada
  • Cama de batalla (1973)
  • Pequeños animales abatidos, escrita en 1974 en Costa Rica
  • Volar con solo un ala, escrita en 1976 en Costa Rica
  • El uno para el otro, escrita en 1979 en Costa Rica
  • La diablada, escrita en 1981 en Costa Rica
  • La comadre Lola, estrenada en 1985
  • Directo al corazón, estrenada en 1988
  • Ingenuas palomas, estrenada el 12 de abril de 1989: Teatro Galpón de Los Leones; dir.: Alejandro Sieveking; descargable desde el portal Memoria Chilena
  • El señor de los pasajes, estrenada en 1997
  • La fiesta terminó (2005)
  • Todo pasajero debe descender (2012)


Alejandro Sieveking: “Bélgica extraña mucho el teatro, y yo verla actuar”

 27 JUNIO 2019

Previo al estreno de Todos mienten y se van, su nueva obra que el 11 de julio llega al Teatro UC, el actor habla del estado de salud de su esposa, quien a los 98 años lucha contra el alzhéimer.

No pataleó, y de un día para otro dejó de fumar por orden médica. El año pasado, mientras grababa en Punta Arenas la serie Helga y Flora, Alejandro Sieveking (84) pescó un resfriado que con el tiempo le produjo una bronquitis. Desde entonces han desaparecido cajetillas y ceniceros de su departamento frente al cerro Santa Lucía.
 “Estuve dos semanas hospitalizado este año. Me costó salir de eso, y es que a esta edad son cosas mucho más alharacas que cuando uno es joven, pero tenía problemas para respirar y es muy desagradable. Uno tiene que elegir y eso hice, aunque aún echo de menos mis cigarros por las noches”, cuenta.
En los últimos dos años, la vida del dramaturgo ha tenido altos y bajos: el 25 de agosto de 2017, el mismo día en que supo que había ganado el Premio Nacional de Arte, su esposa, la actriz Bélgica Castro (98), sufrió una caída que frustró los planes de ambos.
Así lo recuerda:
 “Íbamos a almorzar con el director de la película El invierno (el argentino Emiliano Torres). Cuando esperábamos el taxi, la Bélgica estaba apoyada en la pared y de repente se desmoronó. No se tropezó ni fue un accidente cerebrovascular, pero le provocó una fisura en una pierna que difícilmente iba a sanar por su edad. Después de eso no volvió a ser la misma”, revela.
Cuando le preguntaban por la salud de la actriz, hoy retirada de los escenarios y al cuidado de una enfermera durante el día, Sieveking evitaba los diagnósticos. “Tiene demencia senil”, decía entonces. Ahora no rehuye a hablar de la enfermedad que padece la también Premio Nacional de 1995.
“Después del accidente se hicieron más evidentes los síntomas de su alzhéimer”, cuenta el autor de La Remolienda. “Ya tenía problemas de memoria que iban y venían, pero asumirlo con todas sus letras era terrible pues se va perdiendo casi el 90% de la personalidad. Siempre queda algo, es cierto, y hay días en que parecemos los mismos jóvenes enamoradiscados que se conocieron en los años 50. Pero hay otros en que todo es confuso. Ha sido una pérdida dolorosa porque, bueno, cuesta resignarse a la idea de que se acerca el final”.

¿Qué le dice ella a usted?

Bélgica extraña mucho el teatro, y yo verla actuar. Cada tanto me lo dice y se lo digo.

Volver a escena

Su agenda está llena de fechas y horas de ensayos. En dos semanas el dramaturgo estrenará una nueva obra, Todos mienten y se van, que el 11 de julio llega al Teatro UC, dirigida por Alejandro Goic. El texto forma parte de una trilogía que comenzó en 2012 con la premiada Todo pasajero debe descender, donde además compartió el escenario con Bélgica Castro.

Esta nueva historia vuelve a transcurrir en un café de Santiago, hasta donde llegan Gregoria y Guillermo, una diva del teatro y un escritor, los mismos amigos que protagonizaban el montaje anterior. De fondo vibra el eco de las marchas de los últimos años, pero esta vez será él quien revelará un secreto. “La obra sigue siendo ese retrato del centro de Santiago que intenta mostrar cómo ha cambiado todo. Eso me interesa mucho hoy”, dice.

En 2017, Sieveking anunció que “prefería no exponer” a su esposa y que podría ser reemplazada. En su lugar estará Anita Reeves.

“Bélgica se retiró en 2016 con Pobre Inés sentada ahí”, dice el autor. “Aguantó lo que más pudo, hasta los 95 años, pero el cuerpo se cansa. Yo mismo me siento mucho más agotado mental y físicamente. Eso deprime un poco, pero hay que intentar superarlo. En los últimos meses he estado escribiendo nuestra historia de amor para un libro que se publicará en octubre (editado por Ventana Abierta), y el recuerdo de esos días me ha repuesto”, agrega.

Por años escribió obras para que Bélgica las actuara. ¿Ha cambiado su visión ahora que ella ya no puede hacerlo?

Muchas las escribí para ella, como las Ánimas de día claro (1962). Es cierto, pero yo espero que a mis personajes los mueva una fuerza propia, la del texto, y no porque los hayamos hecho la Bélgica o yo. Tú no puedes escribir una obra que no pueda hacer otra persona. Sería muy extraño. Por supuesto cuando uno quiere a alguien es imposible superar que no esté contigo haciendo eso que hicimos durante tantos años. Pero ha sido un proceso muy divertido este también, y la Anita (Reeves) está fenomenal en su papel.

El año pasado, en estas mismas páginas, Sieveking contó que “escribía cada vez menos”. Hoy lo reafirma: 
Aún estoy en suspenso de si escribiré o no la tercera parte”, cuenta. “No sé, tal vez porque siento que el ciclo está completo y uno tampoco puede esforzarse y hacer las cosas si no ves una necesidad real. Escribir es una cosa que te tiene que salir del alma, y siempre hay una lucha con uno mismo y la necesidad de que el público tenga también voz en este dilema”.
 

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