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domingo, 10 de marzo de 2019

La mitología mapuche.-a

Bandera mapuche

Bandera mapuche es cada una de las banderas usadas como emblema y símbolo por comunidades y organizaciones mapuches tanto de Chile como de Argentina.​ Por otro lado, existen diversas banderas que representan las distintas comunidades y territorios mapuches en Chile
Carla Nicol Vargas Berrios

En marzo de 1991, la organización mapuche Aukiñ Wallmapu Ngulam o Consejo de Todas las Tierras realizó un llamado para confeccionar la bandera de la nación mapuche. Cerca de 500 diseños fueron presentados, de los cuales se seleccionó uno. La bandera de la nación mapuche fue creada el 5 de octubre de 19921​ y se la conoce como Wenufoye (‘Canelo del cielo’). El canelo (Drimys winteri) es un árbol siempreverde que habita en gran parte del territorio de Argentina y Chile. Es uno de los árboles sagrados del pueblo mapuche y en su idioma se llama foye o foyke.

Los colores y las figuras de la bandera mapuche representan lo siguiente:

Amarillo (chod o choz): es el color que representa la renovación; símbolo del sol.
Azul (kallfü): es el color que representa la abundancia, el orden, el universo y la vida; símbolo de la espiritualidad o lo sagrado.
Blanco (lüq): es el color que representa la curación, la limpieza y la longevidad; símbolo de la prosperidad y la sabiduría.
Rojo (kelü): es el color que representa la fuerza y el poder; símbolo de la historia de lucha del pueblo mapuche y la memoria.

Verde (karü): es el color que representa la fertilidad, la naturaleza o la tierra, y el poder de curación; símbolo de lo femenino.
Cultrún (kultrung o kultrug), el tambor mapuche; sobre su superficie plana, que representa la superficie de la Tierra, está dibujado el diseño circular de la cosmovisión mapuche: los cuatro puntos cardinales y entre ellos, el sol, la luna y las estrellas; símbolo del conocimiento del mundo.
Guemil (ngümin), cruz o estrella escalonada —similar a la «cruz andina» o chacana— o rombo de borde zigzagueante: representa el arte de la manufactura, la ciencia y el conocimiento; símbolo del sistema de escritura.

Esta bandera ha sido ampliamente adoptada como símbolo del pueblo mapuche y adoptada de manera oficial en algunas comunas chilenas para su uso junto a la bandera de Chile y la bandera de la localidad, como en los casos de Coyhaique y Padre Las Casas, entre otros.

Religión mapuche 

Carla Nicol Vargas Berrios
La religión mapuche son las creencias y prácticas religiosas que son propias de la cultura del pueblo mapuche, un grupo indígena que habita en actualidad en Chile y Argentina.

Generalidades

Al describir las creencias del pueblo mapuche, hay que señalar previamente que no existen registros escritos de las antiguas leyendas y mitos antes de la llegada española, puesto que sus creencias religiosas eran transmitidas oralmente. Esto hace que sus creencias se caractericen por no ser totalmente homogéneas, presentando variaciones y diferencias entre las distintas parcialidades, como también entre los diferentes grupos de poblaciones y familias que componían cada una, y que se distribuían en el territorio que ocupaba cada una de ellas.
 Igualmente, hay que tener en consideración que muchas de sus creencias han sido asimiladas a los mitos y leyendas del folclore de Chile, y, en menor medida, al folclore de algunas zonas de Argentina, por lo que muchas de ellas han sido alteradas, en mayor o menor medida, tanto por el cristianismo (debido en gran parte a la evangelización por parte de los misioneros), principalmente a través del sincretismo, así como también por el resultado de una mala interpretación, o adecuación, del mito dentro de la sociedad de ambos países. Lo anterior también ha llevado a que se hayan producido variaciones y diferencias en muchas de estas creencias que fueron asimiladas dentro de la misma cultura mapuche.
Igualmente, por encima de las comparaciones y relaciones que existen entre las manifestaciones religiosas y la mitología de América del Sur que son comunes a todos los pueblos amerindios de este continente, las creencias religiosas y mitos de los mapuche se destacan por presentar características únicas que están en razón directa con el mapuche y su idiosincrasia, su moral, su vida social y, principalmente, sobre su visión cosmológica.y costumbres religiosas.

Cosmovisión

Carla Nicol Vargas Berrios

La etnia mapuche representa el mundo con una forma, de la cual solo la mitad se puede apreciar por quienes viven en este mundo.
La enseñanza de su cosmovisión dada a los niños la realizan mediante el cultrún. La cosmovisión en el pensamiento religioso mapuche, antes de cualquier influencia cristiana, puede resumirse de la siguiente forma:

En el plano vertical (espiritual)

Tanto la humanidad (che), como los espíritus de los antepasados, Pillán, participan de los dos mundos, manteniendo un equilibrio dinámico entre el bien y el mal. El mundo donde vive el hombre es llamado Mapu, y sobre este, el Ankawenu (cielo). De manera didáctica, diremos que son tres las dimensiones que, interrelacionadas, conforman la estructura del universo Mapuche en el plano vertical:

Wenu Mapu: En el extremo superior de la Nag Mapu está la Wenu Mapu, la tierra de arriba, espacio sagrado e invisible donde habitan la familia divina, los espíritus del bien y los antepasados mapuche.
Nag Mapu: Se denomina así a la tierra central, también conocida como “la tierra que andamos”, aquel espacio visible que es habitado por los hombres y la naturaleza.
Miñche Mapu: En el extremo inferior de la Nag Mapu, está la Miñche Mapu, la tierra de abajo, donde se encuentra la fuerza del mal o espíritus malignos.



En el plano horizontal (terrenal o Nag Mapu)

Al conjunto de relaciones espaciales y particularidades territoriales del mundo Mapuche en el plano del Nag Mapu, se le denomina Meli Witran Mapu.
Corresponde a la manera de entender la tierra pengei (visible) que habita el mapuche organizada a partir de los meli zuam (cuatro lados de la tierra), lados que definen particulares modos de vida a partir de la manera en que el Mapuche se relaciona en cada uno de ellos con la naturaleza y el medio que los rodea. Como puntos cardinales quedaría definido el mapu como:

Este (Puel Mapu): Lugar de los dioses, los espíritus benéficos, los antepasados, rogativa a los dioses, la ayuda divina.
Norte (Pikun Mapu): Lugar de Mala suerte.
Oeste (Lafken Mapu o Nau Mapu): Lugar de los espíritus del mal.
Sur (Willi Mapu): Lugar de Buena suerte.

Igualmente, es por ello que, en el aspecto ritual, la religiosidad mapuche no se expresa por medio de templos u otras construcciones con carácter de sacralidad. Al contrario, se traduce en un íntimo contacto con la naturaleza, los Ngen, y la tierra representada en la Ñuke Mapu. Por lo tanto un claro en el bosque, rodeado por árboles (ojalá canelos) y purificado a través de bailes rituales, se convierte en el templo más sagrado. La sola construcción que admiten es el rewe, un tronco de canelo en el que han sido labrados unos altos peldaños que permiten al oficiante, el Machi o el Ngenpin, subir a su ápice.

Cosmogonía

La cosmogonía mapuche ubica el origen de los mapuches en la Ñuke Mapu. Se dice que, antes de poblar la tierra, los espíritus miraban desde arriba y veían todo desierto, hasta que les fue permitido enriquecerla con innumerables formas distintas, hechas con el material de las nubes; luego bajaron los hombres del cielo, conociendo el lenguaje de la naturaleza, y trajeron el idioma mapuche, que es el mismo que se habla en el cielo. Los espíritus les prometieron que los harían regresar en el futuro.

Ten-Ten y cai-cai

Otra leyenda cosmogónica más conocida describe los hechos finales sobre la creación de la geografía de Chile a través de la leyenda de Tenten Vilu y Caicai Vilu. Producto de la interacción histórica entre sus mitos y la religión cristiana, actualmente este mito en la versión mapuche, y principalmente huilliche, se encuentra profundamente entroncado con la historia bíblica del diluvio. Debido a ello, más tarde los propios mapuches interpretarían este gran suceso como un renacer del mapuche y un fenómeno que se repite a lo largo del tiempo, como una limpieza y una renovación macroestacional.
 No obstante, esta relación entre el Diluvio Universal fue creada por cristianos, pues el relato original mapuche nos da cuenta no de una lluvia sino de un cataclismo generado por un terremoto y un posterior tsunami, un hecho mucho más probable en un país como Chile y que da a entender que el relato de Tenten y Caicai Vilu está basado en un hecho presumiblemente real explicado mediante la intervención divina.

Divinidades y espíritus de los antepasados


Las creencias religiosas mapuche se fundamentan principalmente en el culto a los espíritus de los antepasados (míticos o reales), y a espíritus y/o elementos de la naturaleza. Estos espíritus no corresponden a “divinidades”, como comúnmente se entiende en el mundo occidental. Referente a las divinidades, tampoco en la religiosidad mapuche más antigua existe un espíritu principal que sea considerado “Dios” supremo, creador del universo y del hombre, si bien la palabra “Ngenechén” generalmente viene traducida como “Dios”. Esta relación Dios-Ngenechén se trataría de una equivalencia forzosa, creada por los jesuitas en su afán misionero en los siglos XVII y XVIII, con el fin de hacer más aceptable y comprensible el concepto cristiano.
 La influencia jesuita (quienes, por otra parte, eran grandes estimadores de la profundidad del pensamiento trascendental mapuche) creó un gran número de equivalencia que realmente no corresponden como tal, pero que, sin embargo, fueron absorbidas por la cultura mapuche, naturalmente sincrética, generando con ello una enorme confusión y alteración que hasta la actualidad no se ha logrado superar.

Al describir a las divinidades y espíritus de los antepasados, estas se pueden dividir en:

Ngen: Espíritus primordiales (En la visión Mapuche, los Ngen representan la esencia de las cosas que existen en el mundo).
El: Espíritus creadores primordiales (En la visión Mapuche, los El representan la esencia creadora de las cosas que existen en el mundo).
Pillán: Espíritus benignos masculinos.
Wangulén: Espíritus benignos femeninos.
Wekufe: Espíritus malignos.

Sin embargo en la visión Mapuche, el mal y el bien no están tan radicalmente contrapuestos como en la cultura cristiana, así que puede ocurrir que los wekufe actúen para bien y los pillán para mal, sin que se produzca alguna confusión entre estas dos clases de espíritus.

Pu-am: Es la representación del alma o ánima universal.
Am: Alma o ánima de los seres vivos.

Los seres más importantes serían:

Ngenechén: Espíritu o deidad que gobierna a los humanos.
Antu o Chau: Llamado también Antu fucha (anciano rey sol). Antu además tendría una dimensión femenina llamada Antu kuche (anciana reina luna), que en realidad sería la representación de su esposa Kuyén.
Elche: Espíritu creador del hombre.
Elmapu: Espíritu creador del mapu (Tierra).

También se afirmaría que sería un solo creador con distintos nombres, esto probablemente debido a la influencia cristiana.
Los espíritus antiguos, existentes antes de la creación del Mapu, comprendían y estaban representados por los Ngen, El, Pillán y Wangülén, quienes están hechos de luz, pasión, intuición, sueño y comprensión. Estando todos ellos relacionados con el Pu-am, que participa de todos ellos y en donde todos ellos son parte de él. Todos ellos serían seres sin edad, ya que son muy antiguos, pero también jóvenes.

El ser humano en la mitología mapuche

El origen mitológico del mapuche El objetivo del ser humano en el Mapu, es poblarla y cuidarla, mientras espera la llegada de todos los espíritus a este mundo. Los descendientes de los primeros seres humanos formaron el Lituche (pueblo primordial, originario).

El ánima y la muerte del ser humano

Para el mapuche, el ánima del ser humano siempre vive en íntimo contacto con la naturaleza, ejemplo de ello es la celebración de todos sus rituales en los claros entre los árboles. Para ello, antes que todo, existe el Pu-Am, una ánima universal que permea todo lo viviente. De esta ánima universal se desprende la de cada hombre, el Am, que acompaña su cuerpo hasta que muere. Sin embargo, no solo el ser humano tiene su Am, todo ser viviente posee su propia ánima. Solamente los wekufe no poseen ánima.

En relación a la muerte carnal del hombre, cuando el hombre muere, su Am se convierte en Pillü y se resiste a alejarse de su cuerpo. Pero el estado de su pillü es muy peligroso, pues el wekufe puede adueñarse de esa ánima y esclavizarla o ser usada por los Calcu. Para salvarse, ella tiene que viajar a la isla de Ngill chenmaiwe que los muertos pueden alcanzar con las ayuda de las Trempulcahue; en este lugar se convertirá en Alwe. Por esto, en el funeral, los parientes y amigos del difunto tratan de ahuyentar su ánima con gritos y golpes. Bajo la forma de alwe, el ánima podrá regresar cerca de sus queridos sin que los wekufe puedan amenazarla y así ayudar a sus descendientes, sobre todo a sus nietos. En algunos casos, cuando el ser humano ha logrado alcanzar su superación en la isla Ngill chenmaiwe, el pillü puede lograr transformarse en pillán o en wangulén. Finalmente, con el transcurrir del tiempo, cuando ya los descendientes del muerto han perdido la memoria del difunto, su alwe vuelve a reunirse al Pu-Am y así el ciclo alcanza su conclusión.

El recorrido espiritual del ser humano

Para la cultura mapuche, el fin del ser humano es terminar de recorrer un camino que le permita el conquistar el conocimiento en sus cuatro formas:

Creatividad
Imaginación
Intuición
Comprensión

Si el ser humano logra cumplir con este camino, alcanza el conocimiento de su propio ser y de su rol, es decir, se adueña de su propio filew (destino) y en la conclusión de su vida terrenal puede convertirse en un pillán. Por lo tanto no hay una separación neta entre el espíritu divino y los seres humanos, no solamente porque los segundos han sido engendrados por los primeros, sino porque pueden ellos mismos convertirse en pillán, si son hombres, o en wangulén, si son mujeres, y llegar así a vivir en el wenumapu. De aquí la importancia extraordinaria que adquiere para la cultura mapuche el respeto hacia los padres, y muy especialmente hacia los abuelos, que es el primero de entre todos los deberes del admapu, el conjunto de las tradiciones. Para que el ánima de un ser humano puede convertirse en pillán o en wangulén, debe de existir una gran descendencia que siga recordando al muerto y honrando su memoria.
 Por lo tanto tener numerosos hijos que a su vez engendren un gran número de nietos es una necesidad fundamental para cada mapuche. Por ello el no tener descendencia sería para el mapuche un verdadero drama, ya que queda comprometida la posibilidad de cumplir con su filew y de alcanzar al wenumapu. Así en la visión del mundo Mapuche, los espíritus de los antepasados, los Pillán, y también los numerosos Ngen intervienen muy a menudo en los asuntos humanos a través del dominio de las fuerzas naturales. Asimismo, lo hacen los Wekufe, por lo general con la ayuda de los Calcu. Los primeros premian a los hombres que se mantienen fieles al admapu a través de los frutos de la naturaleza, mientras castigan (o permiten que los Wekufe castiguen) con la sequía o las inundaciones, los terremotos y las enfermedades.

Concepción colorista del cosmos

Entre los mapuches, el color está íntimamente asociado a la visión del cosmos y sus respectivas plataformas.

El azul (kallfü) es un color óptimo y los veremos frecuentemente en los niveles concretos de la vida cotidiana, tales como los pañuelos con que las mujeres mapuches cubren sus cabezas, las prendas de vestir, la pintura de las habitaciones y la decoración y ornamentación generales. Asimismo, el blanco y azul son los colores rituales por excelencia, presentes en los principales emblemas de la machi y del guillatún. estos dos colores están siempre presentes en la visión del espacio sobrenatural benéfico. Sin embargo, su ordenación respectiva no parece ser fija ni estar regida por principios normativos, puesto que ellos son colores percibidos naturalmente en el cielo según el azar de las alternativas meteorológicas o climáticas.
El negro (kurü) simboliza a la lluvia, al poder material y espiritual, lo ven azul muy intenso, por lo general lo usa la gente de poder como los lonko, ulmen y machis, lo que puede deberse a que es la tintura más difícil de hacer para el telar tradicional mapuche.
El rojo (kelü) se asocia comúnmente a la lucha o pelea, al belicismo o guerra y a la sangre; consecuentemente, el rojo es el color prohibido en el guillatún. Sin embargo, el rojo también posee connotaciones positivas al relacionarse con las flores del campo y, en especial, con el copihue.
El verde (karü) simboliza a la naturaleza en todo su esplendor y exuberancia; es el color de la germinación de la tierra y, por ende, de su fertilidad y el color de la propia tierra.


Personajes de las creencias mapuches

Seres humanos dentro de las creencias mapuches

La religión mapuche no es una religión institucionalizada, no hay templos ni casta sacerdotal.
Carla Nicol Vargas Berrios

Machi: Es un hombre o mujer que sirve de intermediario entre el mundo de lo visible y el mundo de lo invisible. Conoce todos los lawen (en mapudungún: lawen, ‘medicamentos’) naturales y sus usos. Es la autoridad de la medicina tradicional y conocedora de los secretos del mundo mapuche. Ser escogido, que cumple un rol religioso de txemon (en mapudungún: txemon, ‘sanación’), mediante la ceremonia conocida como machitún.

Machife: Intermediario entre el lof y el newen (poder) de la machi cuando se encuentra en keymi (trance), donde él se desempeña como intérprete o asistente en la sanación.
Ngenpin: Dueño de la palabra, orador oficial y guía espiritual durante la realización de los rituales. Cuando coincide con la persona del lonko se le denomina genpin lonko Zugu.
Pelom: Personas con características especiales que pueden conocer el futuro.

martes, 12 de febrero de 2019

Idioma mapuche.-a

Introducción

El mapuche, también conocido como mapudungún (del autoglotónimo mapudungun, 'habla de la tierra') o araucano, es el idioma de los mapuches, un pueblo amerindio que habita los actuales países de Chile y Argentina. Su número de hablantes activos se estima entre 100 000 y 200 000 y el número de hablantes pasivos en unas 100 000 personas más.​ Ha influido el léxico del español en su área de distribución y, a su vez, el suyo ha incorporado palabras del español y del quechua. No ha sido clasificada satisfactoriamente y por el momento se la considera una lengua aislada.
Desde 2013, es idioma oficial, junto con el castellano, en la comuna chilena de Galvarino, donde viven aproximadamente 9100 mapuches

El Idioma

El mapudungun o mapuzungun, literalmente "el hablar de la tierra", es la lengua propia del País Mapuche. Llegó a ocupar un vasto territorio en el sur de América. A mediados del siglo XVI, cuando comenzaron a llegar los primeros conquistadores españoles la lengua se extendía desde el valle de Choapa (31ºS) hasta la Isla de Chiloé (44º), en todo el territorio comprendido entre el los Andes y el Pacífico. A partir del siglo XVII, con el proceso de expansión mapuche hacia el Puelmapu (tierras al oriente de los Andes), la lengua se extendió por las pampas hasta el Atlántico (ver lengua Pampa).
El mapudungun pasó a ser utilizada como lengua franca entre grupos no mapuches y lengua de evangelización de los misioneros.
En general se la considera lengua aislada, aunque algunos autores la incluyen dentro de las meridionales del grupo andino-ecuatorial.
Comprende varios dialectos altamente inteligibles entre sí. Para fines del siglo XIX Rodolfo Lenz realizó la siguiente clasificación:

Picunche "gente del norte"
Moluche-PehuenchePehuencheArgentinaPehuenche (Neuquén)
Moluche o Nguluche (desde el río Limay hasta el lago Nahuel Huapi)
Huiriche (región del Nahuel Huapi)
Ranquenche (Chalileo, General Acha y Río Colorado)
ChilePehuenche o Chedungun en el Alto Biobío.
Moluche o Nguluche "gente de occidente"
Huiliche "gente del sur"

El alfabeto de la lengua mapuche, según el Alfabeto Raguileo, consta de 26 fonemas, expresados mediante 26 grafemas. De modo que a cada fonema le corresponda un solo y único grafema y viceversa.
Las vocales de la lengua mapuche son seis:

A E I O U V

Las cinco primeras son equivalentes a las cinco vocales españolas. Con respecto a la sexta, V, no hay una vocal semejante en el idioma español. Según el triángulo de Hellwag, las vocales se clasifican en abiertas (e, a, o) y cerradas (i, u). La vocal mapuche v quedaría ubicada entre i y u. Las semivocales son tres: y q w, las cuales corresponden a las vocales cerradas i, v, u, respectivamente. En presencia de vocales se comportan como semiconsonantes.

Las consonantes son diecisiete: C z f k l b j m n h g ñ p r s t x
Podemos dividirlas en dos grandes grupos, en obstructivas y no obstructivas.
Las obstructivas son: C k p t x
Las no obstructivas: Z f l b j m n h g ñ r s
En la lengua mapuche, la gran mayoría de las palabras primitivas (es decir, las que no derivan de otras), son bisilábicas y (en un porcentaje menor) monosilabas. Las trisílabas son mas escasas y generalmente proceden de otras lenguas. son prestamos lingüísticos , tomados del español o del quechua.
El acento tónico va en la penúltima sílaba para las vocales finales y en la última para consonantes finales.
El orden de la palabra es sujeto, verbo y objeto.

Historia

La primera gramática del mapudungun fue publicada por el padre jesuita Luis de Valdivia en 1606 (Arte y Gramática General de la Lengva que corre en todo el Reyno de Chile). Más importante es el Arte de la Lengua General del Reyno de Chile, del jesuita Andrés Febrés (Lima, 1765), compuesto por una gramática y diccionario. En Westfalia en 1776, se publicó Chilidúgú sive Res Chilenses..., tres volúmenes en latín, del sacerdote jesuita alemán Bernardo Havestadt.​ Según Rodolfo Lenz, dicha obra tuvo su redacción final en español en 1765.
La obra de Febrés fue básica en la preparación de sacerdotes para las misiones religiosas en las zonas ocupadas por los mapuches después de 1810. Hubo una versión corregida por Hernández Calzada en 1846 y un resumen, sin el diccionario, en 1864. Una obra posterior basada en el trabajo de Febrés es el Breve Método della Lingua Araucana y Dizionario Italo-Araucano e Viceversa' de Octaviano de Niza, capuchino italiano, en 1888. Destruida en el incendio del Convento de San Francisco en Valdivia de 1928.
Con la llegada de Rodolfo Lenz a Chile en 1890, empiezan los estudios fonéticos y lingüísticos modernos del mapudungun. Ya no se trata de un fin pedagógico como la preparación de sacerdotes sino de investigaciones científicas. Los primeros resultados pioneros están los escritos de Lenz publicados en los Anales de la Universidad de Chile entre 1895-1897. Reimpresos como Estudios Araucanos, precedidos de Introducción a los Estudios Araucanos de 1896. De igual importancia dentro de esta tendencia son la Gramática Araucana (1903), Lecturas Araucanas (1910) y el Diccionario Araucano-Español; Español-Mapuche (1916) de fray Félix José Kathan de Augusta, capuchino bávaro. Además de Voz de Arauco (1944), estudio etimológico de fray Ernesto Wilhelm de Moesbach y las memorias de Pascual Coña publicadas por primera vez en 1930 con el título Vida y costumbres de los indígenas araucanos en la segunda mitad del siglo XIX y Moesbach como autor.
Desde entonces, proceden una serie de investigaciones más modernas en su enfoque lingüístico, fonético y léxico, entre ellos puede mencionarse El mapuche o araucano de Adalberto Salas y A Grammar of Mapuche, tesis doctoral de Ineke Smeets.

martes, 22 de enero de 2019

Identidad territorial y la etnia mapuche.-a

Lautaro, habitualmente considerado como el mayor
 estratega mapuche, óleo de Pedro Subercaseaux.
Carla Nicol Vargas Berrios
Introducción

El pueblo mapuche es uno de los pueblo originarios más notorios del país, tanto por su peso social y demográfico como por su fuerte sentido de identidad cultural, que ha encontrado históricamente formas de resistencia y de adaptación a la dinámica del contacto fronterizo con españoles y posteriormente con los  chilenos.

Historia.

Asentados históricamente entre los ríos Itata y Toltén, en la zona centro-sur del país, y emparentados lingüísticamente con sus vecinos picunches y huilliches, los mapuches presentaron una encarnizada resistencia a la dominación española durante todo el siglo XVI, hasta el punto de expulsar definitivamente a los Conquistadores españoles de su territorio, luego de la gran rebelión que duró desde 1598 a 1602. 
La Guerra de Arauco se prolongó toda la primera mitad del siglo XVII, decayendo luego de la última gran rebelión mapuche de 1656, fecha desde la cual las relaciones fronterizas se distendieron y se produjeron importantes transformaciones sociales en la familia mapuche, fruto de su expansión a las pampas argentinas y la intensificación del comercio entre éstos y los criollos. 
Los mapuches debieron resistir durante todo el siglo XIX la intensa presión de las nuevas repúblicas de Chile y Argentina, que a través de respectivas campañas militares ocuparon la región. La integración de la Araucanía al territorio chileno en 1882, provocó el derrumbe de toda una sociedad que había encontrado la manera de adaptarse a siglos de lucha y contacto fronterizo. 
Los mapuches fueron confinados en territorios delimitados por el Estado, cerrándose el tránsito entre Chile y las pampas argentinas y obligándolos de esta manera a convertirse en un pueblo campesino y a habitar tierras de mala calidad entre la zona costera y la precordillera andina. 
La conformación de grandes latifundios a partir del remate de llamadas "tierras baldías", por parte del Estado, agravó la situación, creando una estructura agraria fuertemente desigual, a la vez que se sumaron, durante la primera mitad del siglo XX, las exacciones y estafas a comunidades mapuches, que vieron mermadas gran parte de sus tierras.
 El crecimiento demográfico y la contracción de las tierras comunales, dio inicio a una intensa corriente de migración campo-ciudad, lo que ha llevado a que hoy más de la mitad de los mapuches chilenos vivan en las ciudades, principalmente Santiago y Temuco.

Etnia mapuche.

Esta etnia fue descrita por cronistas laicos y eclesiásticos en el período colonial, sin embargo, fue a fines del siglo XIX cuando se realizaron los primeros estudios de carácter científico sobre esta etnia. El lingüista alemán Rodolfo Lenz y el sacerdote capuchino Félix José de Augusta estudiaron su idioma, el mapudungun, del cual De Augusta redactó su primera gramática moderna en 1903. Tomás Guevara y Ricardo Eduardo Latcham, por su parte, redactaron los primeros trabajos etnográficos sobre la etnia, utilizando informantes indígenas y observaciones de campo, así como algunos descubrimientos arqueológicos y los datos proporcionados por cronistas españoles. Desde una perspectiva mapuche se sitúan los trabajos de Manuel Manquilef y la autobiografía del lonko Pascual Coña, que relató oralmente un anciano cacique mapuche al misionero capuchino Ernesto Wilhem de Moesbach.
Los estudios descriptivos de Latcham, Guevara, Augusta y Lenz fueron hechos sobre la base de la realidad mapuche anterior al confinamiento en reducciones, por lo que proporcionan un valioso material histórico y etnográfico sobre la transición entre una sociedad ganadera a una campesina, sometida y clausurada geográficamente.

A mediados del siglo XX, se iniciaron los primeros estudios de campo entre las comunidades mapuches que aplicaron metodologías etnográficas modernas: de esta modalidad destacan los trabajos de Misha Titiev y Louis Faron. En la actualidad, los estudios fronterizos y etnohistóricos han entregado nuevas interpretaciones de la realidad mapuche, sobre la base de una lectura más profunda de las fuentes históricas y nuevos datos etnográficos.

Mapuches.

Otros nombresaraucanos, reches, aucas, moluches, pampas, puelches, pehuenches, huilliches, picunches, promaucas
UbicaciónArgentina (suroeste del país) , Chile (mayoría)
Descendencia1 950 156
IdiomaEspañol
Mapudungún
ReligiónCristianismo
Religión mapuche
Etnias relacionadasTehuelches, payos, pampas
Asentamientos importantes
1 745 147​Bandera de Chile Chile (2017)
205 009Bandera de Argentina Argentina (2010)


Según el censo chileno de 2017, hay unos 1 745 147 personas en el país se declararon pertenecientes al pueblo mapuche, un 9,93 % de la población total, lo que representa el 79,84 % de la población indígena total del país, y que corresponde aproximadamente al 90 % del total de la población mapuche entre Chile y la Argentina. 
Viven principalmente en la Región Metropolitana (35,23 %), seguido de la Araucanía (18,00 %) y Los Lagos (12,65 %) y, en menor medida, en las regiones de Biobío (9,10 %), Los Ríos (5,34 %) y Valparaíso (5,31 %).

Baile mapuches, en comuna de Pudahuel.

















viernes, 25 de mayo de 2018

Mapuches.-a


Ambiente y Localización.

El mapuche es el grupo indígena más numeroso del país. A la llegada de los españoles, habitaban gran parte del sur de Chile, dividiéndose en subgrupos según la zona geográfica. Los primeros investigadores reconocieron a los picunche, que poblaban desde el río Maule hasta los ríos Itata y Biobío, los araucanos, desde estos últimos hasta el Toltén, los pehuenche en la zona cordillerana, desde Chillán hasta Antuco y los huilliche entre el río Toltén y el Golfo de Corcovado, incluida la isla de Chiloé. 
Es decir, los mapuche ocupaban ambientes y paisajes diversos, que iban desde la región subandina hasta la costa y desde climas templados cálidos a climas fríos lluviosos, lo que implicaba diversas adaptaciones y consiguientes diferencias culturales. 
Los cambios ocurridos durante la conquista y colonia española produjeron una notable unidad cultural y, sobre todo, política y social de este grupo y, luego del sometimiento a la República de Chile, una parte considerable de este pueblo migró a la ciudad. De hecho, actualmente, la mayoría vive en asentamientos urbanos y no en el campo, concentrándose en las ciudades de las regiones de la Araucanía y la Metropolitana, seguidas por la región de Los Lagos y la de Bío Bío

Economía

La economía mapuche ha variado en el tiempo. En el siglo XVI, ésta se centraba en la caza y recolección, complementándose con la semidomesticación de camélidos y una producción hortícola no intensiva, que consistía principalmente en el despeje de campos mediante quema de bosques para alternar terrenos cultivables. Su economía era de subsistencia, es decir, con escasa acumulación productiva. 
La mujer estaba a cargo de las labores domésticas y de la manufactura cerámica y textil (düwekafe/tejedora). La Guerra de Arauco sostenida durante la Colonia determinó una economía propia de la guerra, en que los asaltos y “malocas” eran una fuente de ingresos. En esta misma época se produce la incorporación del caballo, sin el cual no se entiende la economía mapuche tradicional.

Durante los siglos XVII y XVIII se dio la ‘Araucanización de las Pampas’; los mapuche incorporaron la ganadería bovina, inaugurando y encabezando un circuito mercantil fronterizo entre Chile y Argentina, convirtiéndose en los mayores traficantes de caballos y ganado de Chile. También se incrementó la textilería, tanto para uso como para venta, igual la cestería, la cerámica y en especial, la platería, una ocupación masculina (ngutrafe o retrafe/joyero), que alcanzó en el siglo XIX su mayor desarrollo. La denominada ‘Pacificación de la Araucanía’ en 1881 significó el fin de esta etapa de auge económico y la pérdida de su autonomía. Nació la Comisión Radicadora de Indígenas para su reducción y entrega de títulos de merced (propiedad de la tierra).

Tras un período de casi 20 años, la sociedad mapuche se empobreció, pero lograron adaptarse al régimen de hijuelas, haciéndose agricultores de subsistencia con una tecnología precaria y ganaderos a muy pequeña escala. La familia se congregó en torno a la ruka, con un pedazo de tierra de usufructo privado y recursos animales y materiales propios, salvo en el caso de la mediería o, de precisar mucha mano de obra, del mingaco o ‘vuelta de mano’. Consecuencias directas de la vida de los mapuche en reducciones son el sobretalaje de los terrenos, la destrucción de los bosques por la no reforestación y la sobreexplotación de suelos ya pobres. Los efectos indirectos han sido el envejecimiento y la masculinización de la población debido a la migración como mecanismo para regular la presión demográfica, la que, sin embargo, al mismo tiempo ha sido el principal dispositivo de integración del mapuche a la sociedad nacional.

Actualmente, la mayor parte de los mapuche se desenvuelven en la ciudad, si bien mantienen un modo de vida campesino de pequeños productores en el campo, compuesto básicamente por gente mayor que conservan la cultura tradicional. En resumen, hoy los principales factores de producción de los mapuche son su fuerza de trabajo, la tierra y una gran solidaridad interna.

Organización Social

Hasta el siglo XVI, los mapuche poseían una organización social familiar patrilineal, poligámica. En el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, se fortalece el cacicazgo, produciéndose una fuerte jerarquización social para tiempos de guerra, donde nace la figura del toki, muy funcional para el sistema de guerra. Las autoridades coloniales tratan de fortalecer la figura del lonko o jefe de comunidad, con muy poco éxito. A partir de la derrota de 1881, se implementa un sistema de protectorado y se procede a conceder tierras a las comunidades familiares, identificando a cada una con el nombre del cacique o lonko.
Sin embargo, ello no resulta en la integración de los mapuche a la sociedad chilena. La comunidad, tal como la crean los nuevos títulos de dominio, no había existido antes del régimen reduccional como concepto ni como realidad.

Hoy, la comunidad es un grupo consanguíneo en su mayoría patrilineal, que proviene del otorgamiento de un título de merced a un jefe y su familia. En ella existe una relativa homogeneidad social de sus miembros. El proceso de diferenciación interno se encuentra en el límite de la comunidad, imponiéndose una solidaridad primero familiar y luego comunitaria. Sin embargo, en nuestros días la mayor parte de la población mapuche reside en sectores populares de las grandes ciudades del país, organizándose en centros culturales que tienen por objetivo principal la re-etnificación de las generaciones urbanas.



Etnias.

Los mapuche son considerados descendientes directos de las culturas arqueológicas prehispánicas Pitrén (100 – 1100 años d.C.) y El Vergel (1100 – 1450 años d.C.), que se desarrollaron en la región, entre el río Bío Bío y el seno de Reloncaví. No obstante, a la llegada de los españoles, su lengua, el mapudungun, estaba difundida desde el Río Choapa hasta Chiloé, lo que no significa una homogeneidad cultural de los diferentes grupos que habitaban este extenso territorio.

La llegada hispana en el siglo XVI fue aparentemente el elemento gatillante para que poblaciones distintas se agruparan y estrecharan sus lazos sociales y culturales, formándose la identidad mapuche conocida históricamente. Los mapuche se rebelaron contra el sometimiento español e incendiaron las ciudades que habían fundado desde el río Bío Bío al sur. Esta rebelión fue el inicio de la Guerra de Arauco que obligó a España a mantener un ejército profesional que resguardara las fronteras, así como a reconocer la autonomía mapuche en sus tierras.

El definitivo sometimiento mapuche sólo terminó ante el Ejército de la República de Chile con la así llamada Pacificación de la Araucanía, en 1882. Esta acción militar se fundamentó en la urgencia por conquistar territorios explotables, impulsada bajo una ideología que propugnaba la eliminación de lo indígena en nombre de la “civilización”. A partir del triunfo militar chileno y para dar inicio a una colonización con elementos criollos y europeos, se controló al indígena por medio de su asentamiento en reducciones de propiedad comunal.

Las consecuencias directas de este proceso para la sociedad mapuche fueron la drástica disminución de sus tierras por reiteradas y masivas usurpaciones, la dependencia en un agente externo, el Estado, y una desorganización social, causada por la pérdida de autoridad de los lonkos. Producto de todo esto, desde inicios del siglo XX, la acción mapuche pasa del campo militar al político, de guerreros a líderes organizacionales, del campo a la ciudad, con una progresiva migración y el surgimiento de una elite intelectual y profesional en el seno de la sociedad mapuche.

En 1910, la primera organización indígena del país, la Sociedad Caupolicán, eleva una serie de peticiones de carácter étnico y campesinas. Desde los años 60 hasta 1973, los mapuche participan sin resultados en la Reforma Agraria para tratar así de recuperar las tierras usurpadas. Había comenzado la progresiva migración del mapuche a la ciudad. A fines de la década setenta, casi un 70% del pueblo mapuche se halla en la ciudad y en la extrema pobreza. A escala nacional se consolida un desarrollo capitalista que concibe el llamado ‘problema indígena’ solo como campesino. 
En 1976 el gobierno militar, a través de la Ley de División de Comunidades, intenta hacer que la propiedad comunitaria mapuche se privatice, o sea, que pase a manos de los individuos.

En los años 80 se incrementa el nivel de pobreza del mapuche, lo que conlleva más migración a la ciudad y mestizaje. Hasta comienzos de la década de los 90, las leyes indígenas apuntaban a la incorporación y/o asimilación de éstos a la sociedad chilena, situación que en parte se intenta revertir ya en democracia con la promulgación de la Ley Indígena de 1991, que reconoce, protege y fomenta el desarrollo de los grupos étnicos en el país. 
Se estima que la población mapuche prehispánica era aproximadamente de un millón. Hoy en día, los mapuche ascienden a más de 600.000 personas, que corresponden al 87,3% de la población indígena del país.

Culto y Funebria


La religiosidad mapuche actual está teñida por el sincretismo de los conceptos introducidos por la evangelización cristiana, los que se integran a la cosmología mapuche tradicional, generando como consecuencia nuevas dimensiones de lo sagrado, símbolos y ritos. El Admapu es el conjunto de símbolos, prácticas y creencias tradicionales que propugnan que el pueblo mapuche y la tierra (mapu), fueron creados por Nguenechén (“dueño de los hombres”). En tiempos antiguos la figura mítica fundamental fue el Pillán, espíritu del antepasado fundador del linaje. 
Existiría un principio ordenador dentro de la cosmovisión mapuche, el de izquierda/derecha, donde la primera se asocia a lo inferior y la derecha a lo superior. Por ende, el dualismo como conjunción de dos principios opuestos, conforma parejas de oposiciones, resultando un sistema cuadripartito que es representado en los diseños que porta el tambor ceremonial o kultrun.

Los o las chamanes (machi) invocan en los ritos a las cuatro grandes deidades: el Anciano, la Anciana, el Joven y la Joven; el Wenumapu se divide en cuatro cielos que ordenan el número de bailes o de oraciones que componen el Nguillatún o rogativa, una de las ceremonias mapuche más importantes.

Las formas de entierro en los cementerios de los antecesores mapuches fueron diversas: en canoas o en troncos ahuecados, en cistas de piedra, inhumaciones directas en la tierra y en urnas funerarias de cerámica; ésta última fue la modalidad de inhumación más común de la cultura El Vergel, entre el Bío Bío y el Toltén. A veces, coexisten enterratorios en urnas y en canoas en un mismo cementerio. En las tumbas de la más antigua cultura Pitrén, se disponen como ofrendas vasijas cerámicas, predominando los jarros simétricos y asimétricos con engobe negro o con decoración negativa de motivos geométricos o fitomorfos. 
En los entierros de El Vergel, se acompañan las urnas funerarias con jarros de cerámica pintados con motivos rojos sobre una superficie blanca, un tipo de decoración que después se populariza en el llamado Estilo Valdivia que se desarrolla en la época colonial-hispana, junto con adornos de plata y cobre, herramientas de labores cotidianas y elementos de uso ecuestre.

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