Carla Nicol Vargas berrios |
8 abril, 2016 por oscar de la cruz
“Fifi”
Nada como un episodio como el de esta semana para despejar dudas y recordarnos los motivos por los que amamos esta serie. El tono de la temporada en general ha sido algo más estático de lo esperado como hemos mencionado en repetidas ocasiones, un “defecto” mucho más propio de primeras temporadas en las que suele necesitarse tiempo para establecer un contexto y edificar personajes y tramas, que de una segunda donde con las bases ya sentadas, la narración suele fluir de manera más natural y con mayor ritmo.
Este octavo episodio es seguramente el más ameno de la temporada hasta el momento por una cuestión bastante simple. La reflexión queda en segundo plano y es sustituida por la acción. Con un equilibrado reparto del protagonismo, los cuatro personajes principales deciden actuar casi al unísono para cambiar esos aspectos y situaciones de sus vidas que los hacen infelices y todos ellos lo hacen desplegando sus mejores armas y haciendo lo que mejor saben hacer. Frente a la duda y los miedos, un paso al frente.
Con esa convicción y desafiando su vértigo, Kim se convence contagiada por el optimismo de Jimmy para dejar Hamlin, Hamlin & McGill y emprender su carrera en solitario. Otorgándose el pequeño gran placer de anunciárselo personalmente a un desconcertado Howard, el paso siguiente y primordial para comenzar su andadura con cierta seguridad y garantía es captar como cliente al banco Mesa Verde. La influencia de Jimmy y sus pequeñas estafas compartidas hacen que la abogada ejecute una exhibición de encanto y persuasión para conseguir un objetivo que Chuck se encarga de arrebatarle en el último segundo.
La inquebrantable ética laboral del mayor de los hermanos McGill vuelve actuar como incentivo para que el abogado despliege su inmenso talento para acudir al rescate de su bufete, aunque esto suponga tener que vencer de nuevo su pánico y poner su salud en riesgo. La pérdida de Mesa Verde como cliente no supondría ninguna catástrofe para HHM pero así es Chuck, siempre coherente consigo mismo y con sus valores. Acción/reacción. Kim da un paso al frente y Chuck reacciona defendiendo los intereses de su empresa.
Los otros dos pilares de la serie no iban a ser menos y también emprenden nuevos caminos de cambio usando su talento y sus armas, con la particularidad de no mostrar el desenlace y los verdaderos objetivos de los planes de ambos, reservando la resolución para más adelante y dejándonos especular. Completamente libre y con la aceptación por parte de Kim, todo hace indicar que el primer paso de Jimmy para hacer despegar su nuevo negocio es la creación de un nuevo anuncio televisivo que le sirva para captar clientela. También fiel a su peculiar estilo, el rodaje desemboca en la hilarante y surrealista escena en la que se entremezclan la reaparición de los jóvenes estudiantes de cine, un anciano con tendencia al onanismo en lugares públicos y un bombardero bautizado con el nombre que da título al episodio. El otro plan de Jimmy surge fruto de la casualidad y la improvisación y pronto descubriremos si la intención de bailar los números de la dirección de Mesa Verde en todos sus documentos tienen como único objetivo una venganza en nombre de Kim o hay algún otro motivo aún oculto.
Pero sin duda hablar de planes elaborados e ingeniosos es hablar de Mike Erhmantraut. Paciente, inteligente, frío y extremadamente calculador como siempre, el ex-policía se encuentra en plena misión de vigilancia y metódico reconocimiento de cada detalle y aspecto del funcionamiento del cártel liderado por Hector Salamanca. Con toda seguridad motivado por resolver de una manera definitiva su tensa e incomodísima relación con la organización criminal mientras sin quererlo, está fraguando una enemistad de por vida e iniciando un descenso a los infiernos sin posibilidad de retorno, como bien conocemos. El trabajo de bricolaje en el que colabora su dulce nieta parece tener como objetivo el camión de helados utilizado por el cártel para el tráfico de drogas.
“Fifi” no es un fantástico episodio únicamente a nivel de trama, también es uno de los más magistralmente realizados en la serie hasta el momento. El cold opening es casi una pequeña película en sí mismo y se inicia con un plano secuencia de prodigiosa fluidez que nos introduce por completo en el día a día de los trabajos de aduana en la frontera entre México y Estados Unidos, ademas de relatar la rutina que sigue el conductor del mencionado camión frigorífico durante su actividad. Larysa Kondracki en su segunda aportación para la serie trás “Bingo”, es la directora encargada de mostrar un recital de elementos que han forjado la estética de “Better Call Saul”. Esos característicos planos abiertos y lejanos, los encuadres dando espacio y protagonismo permanente al cielo de Albuquerque en las escenas exteriores o las dos escenas en las que el montaje y la música sustituyen al diálogo como herramienta narrativa principal desprenden puro talento. También la infinita riqueza de detalles tan propios como esa obsesión por la simetría (los dos despachos idénticos pero invertidos simulando el reflejo de un espejo) o los guiños y reflejos autorreferenciales como el puesto de perritos calientes que frecuentaba Jesse Pinkman o el mencionado plano secuencia que podría considerarse el equivalente a la escena de apertura que intercalaba la publicidad de Los Pollos Hermanos con la metodología de la organización liderada por Gustavo Fring en “Breaking Bad”. El reflejo de la cadena de restaurantes de Gus en el bando de los Salamanca es la heladería “El Griego Guiñador” y la empresa “Regalo Helado”, cuyo eslogan “De nuestra familia a la suya” carga con una buena dosis de ironía.
Entramos de lleno en la recta final de la temporada con un magnífico y muy jugoso episodio. Parece mentira pero ya solo nos quedan dos semanas por disfrutar de Jimmy, Mike y compañía. Nos vemos el martes que viene con “Nailed”.
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